Herramientas

Alfredo Prandi



Mi abuela Norma siempre se caracterizó por su energía desmedida. Pasaba la mayor parte del día realizando tareas del hogar y rara vez se la encontraba descansando, leyendo o simplemente tomando mate en la cocina. Al morir mi abuelo –a causa de un raro tipo de Parkinson, que primero lo inmovilizó, después lo dejó mudo y luego lo mató-, sus fuerzas se fueron apagando lentamente. Algunos años más tarde, un accidente la obligaría a operarse de la cadera y , desde ese momento, pasaría el resto de su vida en silla de ruedas.

Años después de quedarse viuda, durante una charla telefónica que tuvo con mi madre, Norma confesó sentirse sola sin su querido Juan Carlos, y que sus ganas de vivir eran pocas. Pasarían veinte años hasta que la muerte llegase para rescatarla de la soledad, y no sería internada en un geriátrico ni en la fría sala de un hospital, si no en la cocina de la casa en la que vivió la mayor parte de su vida, rodeada de sus seres queridos, hijos, nietos e incluso bisnietos. No todo el mundo tiene esa suerte.

Días antes de su muerte, su humor había cambiado. Mi hermana comentó que la escuchaba hablar sola, y su memoria iba y venía entre sus épocas felices junto a su marido y su presente en silla de ruedas. Pasé a visitarla una tarde y, al verla concentrada e indignada con el noticiero, la dejé unos minutos sola y me dirigí al galpón de la terraza para buscar algunas herramientas que necesitaba.

screwdrivers, wrenches

Nene —me dijo, cuando estaba a punto de subir las escaleras—, no toques las herramientas del abuelo que se va a enojar.
Me reí, aunque su advertencia me llegó con tanta seriedad que por un segundo olvidé que mi abuelo llevaba muerto muchos años. Ya en la terraza, recordé lo que mi hermana me había contado e imaginé con ternura al fantasma de mi abuelo de visita por la casa y a mi abuela mirando la tele junto a él.

Tres días después, dejó este mundo. Si hubiese esperado un día más, hubiese fallecido en la fecha en la que se cumplían veinte años de la muerte de su marido. Una semana más tarde, dejé nuevamente las herramientas en el galpón, donde siempre habían estado, para que el abuelo no se enoje, aunque en el fondo supiese que ya no importaba.

Shadow

* Alfredo Prandi es guionista, director de cine y content creator. Blog alternativo del autor: Alfredium

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