Nyton y el ritual de nacimiento

Alfredo Prandi



Nyton abrió los ojos una hora antes del amanecer y ya no pudo volver a dormir. Su mente repasaba una y otra vez las palabras, los movimientos, los gestos. Incluso llegó a chasquear los dedos marcando los segundos de silencio que debía dejar fluir entre plegarias. Cuando los rayos del sol entraron por fin a la habitación, Nyton pasaba la mano por la seda de sus ropajes frente a su reflejo, revisando que no quedaran arrugas y mucho menos, pelos o plumas. Ninguna mancha, ninguna imperfección. La barba recortando con delicadeza su rostro pálido, agudo. Un zafiro adherido con baba espesa en el centro de su frente, sobre su mirada firme y profunda. 

La mirada de un guardián.

Satisfecho, se alejó del cristal espejado y bebió tres sorbos de agua dulce de su vasija, no más. No sería decoroso llevar adelante el ritual con la vejiga llena y provocar la ira de los sabios sacerdotes aqua, a quienes hoy más que ningún otro día debía de agradarles. Se acercó a la puerta y sostuvo el picaporte un momento, cerró los ojos y llenó sus pulmones de aire y energía. Exhaló y salió decidido a cumplir con su deber.
   
Monje Cartujo

El eco de los pasos de Nyton se amplificaron a medida que se adentraba en el frío pasillo de cerámica que lo llevaba al salón sacerdotal. Durante un momento la negrura fue total, y un sentimiento de completa soledad invadió el corazón del guardián. Pero aquellos que, como él, habían circulado por aquél oscuro túnel, sabían que la función del pasillo de cerámica era confrontar dudas e inseguridades con el alma del hombre que lo atravesaba, y disiparlas o sucumbir ante ellas. Esto no fue un problema para Nyton, quien pronto vio los destellos de las primeras velas y oyó los cánticos de los jóvenes aprendices que rodeaban al consejo de sacerdotes. 

Y entre sus voces monocordes, los gritos de una madre dando a luz.

Los sacerdotes aqua no miraron a Nyton cuando éste se posicionó frente a la mesa dorada y comenzó a recitar las diecinueve leyes de paz. Los ojos grandes y vidriosos, carentes de párpados, observaban como el tamaño del vientre de la mujer disminuyó al expulsar a la niña sobre la fuente. Una mano de dedos largos y azulados se alzó y todos los aprendices callaron.

„Die Wächter der Zeit " -  Guardians of Time "
—...y del consenso de ambas razas y heredando el conocimiento mayor, será guardián de la puerta a todos los mundos —recitó Nyton—. Hasta el día en que un igual…

Un sonido gutural profundo y aterrador lo interrumpió. Nyton levantó la vista y se encontró con la mirada vacua pero furiosa de uno de los sacerdotes, quien seguía con la mano en alto. Nyton tragó saliva y comenzó a sudar. El aqua cerró su boca y volvió su rostro viscoso hacia la fuente. Solo bajó su mano cuando oyó el llanto, y permitió con un ínfimo gesto que Nyton siguiese con el ritual. 

—...hasta el día en que un igual tome su lugar y lo releve.
Otro gesto y un grupo de aprendices lavaron y secaron al bebé, lo envolvieron en seda azul clara y lo depositaron sobre la mesa de oro, frente a Nyton. El guardián miró al pequeño ser que lloraba sobre el oro brillante. Observó su pelo y sus ojos transparentes, su garganta feroz y sus orejas puntiagudas. Observó su piel grisácea y sus manos delicadas, y retiró la seda para inspeccionar su cuerpo.

4363-Catedral de Leon.

—Será hembra, será dómica. Será guerrera y guardiana de la puerta a todos los mundos, así lo manda el consenso de aquas  y terras, protectores de nuestro mundo. Paz.
—Paz —repitieron al unísono los aprendices.

Nyton tomó a la niña y la elevó frente a los sacerdotes, cerró los ojos y dio seis pasos hacia atrás. Dio media vuelta y depositó a la niña sobre una plataforma de rubí. Se alejó de ella, pidiéndole a su diosa que la niña se quedara quieta, y se acercó a una de las anchas columnas que sostenían el techo del salón sacerdotal. Una cuerda caía junto a la columna y Nyton tiró de ella. La tela que cubría el ventanal dejó entrar los rayos de luz que impactaron sobre la plataforma de rubí. Por un momento la bebé desapareció bajo el aura rojiza y una visión de muerte asoló por un segundo la mente de Nyton. Pero el llanto dominó de nuevo sus oídos y respiró con tranquilidad. 

Se acercó a la niña y bordeó la plataforma hasta ponerse nuevamente de frente a los sacerdotes. Tomó a la niña entre sus brazos y la alzó de nuevo hacia arriba, comenzó a recitar la extensa lista de nombres de guardianes de la puerta que con tanta dedicación había aprendido, ejerciendo una fuerza sobrehumana para sostener durante casi dos cuartos de hora a la niña en alto. Al finalizar, la dejó de nuevo sobre la plataforma y miró con seguridad a sus superiores.

—Su nombre será Ann-Ita, la guerrera salvadora —dijo Nyton con solemnidad—. Paz.
—Paz —repitieron los aprendices al unísono.
—Paz —repitieron un momento después los sacerdotes con sus voces cavernosas, finalizando así el ritual de nacimiento del guardián de la puerta a todos los mundos.

Vallbona de les Monjes

* Alfredo Prandi es guionista, director de cine y content creator. Blog alternativo del autor: Alfredium

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