Justicia poética

Facundo Martín Desimone



El anciano cruza la calle lentamente, con pasos cortos y pequeños, con la mirada fija en el pavimento, ayudándose con su bastón. Está encorvado  y su cuerpo es recorrido por temblores constantes. El contenido del morral, gastado y viejo como él, le produce ardor en el vientre. Recuerda los amuletos de poder del antiguo Egipto, como el ojo de Horus o el Anj (símbolo de la vida), famosos por la creencia en su poder transformador de la realidad, según los mitos.

Pone un pie en la vereda y un camión con el isologotipo de Ingenio Ledesma le pasa a unos centímetros de la otra zapatilla, a toda velocidad, antecedido por un ensordecedor bocinazo y seguido por los gritos de: “¡Viejo pelotudo!” y “¡Aprendé a cruzar, la concha de tu hermana!” del conductor. El anciano hace caso omiso de los insultos y avanza firme pero lento hacia el buzón escarlata.

vendo o permuto (buzón)

Tarda una eternidad en recorrer la distancia que lo separa del gran sapo de metal estilizado, pero es la única manera. San Juan y Entre Ríos, a esas horas, son avenidas que eruptan violentamente, a modo de grandes volcanes negros, ese magma aplanador que son los peatones mezclándose con los automovilistas y el transporte público, en un desborde de actividad irracional avasallante. La gente camina apurada y enfrascada en sus propias individuales, pero nunca se sabe.

Otro tanto tarda el anciano en extraer los sobres amarillentos y comenzar a depositarlos, todos a la vez, dentro de la boca del anfibio metálico gigante. Los empuja a través de la apertura con la misma velocidad con la cual lo haría una tortuga centenaria. La mitad de los sobres ha logrado cruzar el umbral cuando escucha a su espalda los sonidos que interrumpen el tiempo y que desviarán para siempre el curso de la Historia.



Una frenada en seco y el ruido metálico de puertas que se abren en simultáneo. La mirada del anciano se vuelve inteligente. Comprende. Se yergue repentinamente sobre su estatura real, abandonado la curvatura trazada por el arco de su espalda. Su cuerpo ya no tiembla. “¡Quieto o tiramos, hijo de puta! ¡Date vuelta, las manos en la cabeza!”. El anciano sonríe. Se da vuelta. Sobre su puño se dibuja un arma calibre 22 corta. Antes de que el grupo de tareas pueda reaccionar, el anciano apunta y tira. Una ráfaga de ametralladora lo embiste, pero aun así logra herir a uno de los militares de civil. Entre todos lo levantan y lo cargan dentro del vehículo.

Antes de retirarse, el que parece estar al mando de la operación, saca las cartas a medio introducir del buzón. La fuerza del tirón hace que la última de las cartas caiga adentro, pero el militar de civil no se da cuenta. Lee los remitentes, se guarda los sobres en un bolsillo interno de la campera de cuero y se introduce como una flecha dentro del Falcon, que arranca arando, evidenciando con las marcas de las llantas sobre el pavimento su paso efímero por la realidad histórica.

Ford Falcon



* Relato finalista del concurso "V Concurso Osvaldo Soriano", llevado a cabo por la Universidad Nacional de La Plata en el año 2017. Será publicado en una antología a cargo de la Editorial de la UNLP, en 2019.

Facundo Martín Desimone es escritor, periodista, músico (León-O), guionista (Edén Comics) y actor (Convalece).



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