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Laguna - Capítulo 6

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Alfredo Prandi Campamento (Parcelas del fondo) La mano de un niño inocente termina de ser cubierta por la tierra, junto con otros 19 cadáveres. Dora aparece como un relámpago por detrás del grupo de hombres. Las lágrimas todavía le sacaban brillo a sus mejillas. —¡Gastón! —logra gritar, mientras se detiene entre jadeos. Gastón la ve, suelta la pala y corre hacia Dora, los otros tres hombres dejan de palear. Más al fondo, otros dos hombres más dejaron sus tareas para escuchar a la nerviosa mujer. —Dora, ¿qué pasa? —pregunta Alejandro con preocupación. Gastón no dejaba de mirarla, sosteniéndola de los hombros, esperando que hable. —Laura… —jadea Dora— se despertó. Gastón la suelta y sale corriendo hacia el comedor. —¡Esperá, Gastón! —intenta detenerlo la mujer, sin éxito.  Alejandro suelta la pala y comienza a seguirlo, pero Dora lo detiene. —Ale… se escapó. Laura se escapó. La cara de Alejandro se transformó. Eso no era nada bueno. —¿Eh? ¿A dónde? —pre

El Sacrificio de N° 175491

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Facundo Martín Desimone Transylvania by El oso del sueño En un momento determinado del mes, imposible de calcular u anticipar por nuestros cerebros animales, la gran computadora Biolog-IK s e enciende por su cuenta y emite un resplandor verdoso, como algunos huesos de animales , en las noches de luna llena .  La máquina que Él tan generosamente nos obsequió, réplica a menor escala de su Organ-IK, debe actualizar su software una vez por mes . Para ello, se conecta de forma inalámbrica con su madre, allí, en el ala mejor custodiada de su fortaleza . Organ-IK, además de actualizarle sus programas de procesamiento de datos , le comparte información actualizada sobre el ambiente, el clima, la fauna, la tierra y las estrellas (Organ-IK se encuentra en permanente proceso de actualización y socavación de datos, según nos explicó el único e inigualable ). Nuestra Biolog-IK , con un poder mucho menor de resolución, procesa y analiza los datos actualizados hasta que, fina

Laguna - Capítulo 5

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Alfredo Prandi CAMPAMENTO (Proveeduría) Dora deposita suavemente un termómetro y un poco de algodón junto a los desinfectantes y levanta la bandeja. Camina por el pasillo que conecta la despensa con la cocina y cruza la doble puerta hasta el comedor de la proveeduría. Apoya un segundo la bandeja sobre la barra y se estira con dificultad, intentando alcanzar las pocas “curitas” que había esparcidas junto a la caja registradora. Logra juntarlas con la punta de los dedos y las deja caer sobre el botiquín improvisado, toma la bandeja con delicadeza y gira hacia el comedor. De pronto grita, dejando caer la bandeja al suelo. Laura está parada frente a ella con un gran cuchillo de cocina, mirándola con miedo. Mira los utensilios revueltos por el suelo y vuelve a escrutar a Dora, esta vez con desconfianza. Observa veloz a los costados, buscando una salida, mientras Dora saca impulsivamente un barbijo de su delantal de cocina y se lo lleva a la boca. Laura achica los ojos c

Pozo de estrellas azules (poema)

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Facundo Martín Desimone El sueño del pibe by León-O Caí en un pozo de estrellas azules en donde el barro se transforma en nieve y la argamasa crece en las paredes . Hay 4 soles , pero solo 2 funcionan bien. Uno parpadea intermitente . Al otro, se le quemó la lamparita . Un viejo de barba y túnica negra los alimenta con polen carbonizado , desde el año mil ochocientos cuarenta y tantos . Comen como guanacos , los soles, y hay un aire como de astillas de cobre . Javier y Pedra se esconden en el umbral , temerosos de las criaturas que allí habitan . Yo me sumerjo todo lo que puedo, atravesando la densidad de la materia sólida y blanda, parecida al agua, pero más fría y destemplada ( El agua de los dioses , tal vez). Las conozco desde hace años : son tan inofensivas como granitos de arena negra mal hilvanados. El pozo se cierra detrás de mí (ellos quedan afuera, eternamente del otro lado ).                                             nav

Laguna - Capítulo 4

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Alfredo Prandi     CAMPAMENTO (Parcelas del fondo) Brazos torcidos, camperas llenas de barro, pies sobresaliendo sin vida desde lo profundo de una montaña de cadáveres tapada con telas de carpa. Alejandro no dejaba de mirar a los costados, como si del bosque o de la laguna pudiera surgir algún dedo acusador. Por arriba del barbijo, Gastón observaba atónito. Eran alrededor de 20 cuerpos amontonados, empapados en sangre, amontonados como si fueran arena o tierra para la construcción. Hubiera querido obviar con la mirada el detalle macabro de la mano de un pequeño con los dedos duros como piedras emergiendo del pilón cadavérico. —Llegué temprano con Ramón en el coche. Los encontramos a todos con la boca y la nariz llena de sangre, esparcidos por el camino, minutos después de encontrar a tu hermana  —d ijo Alejandro, por arriba de su barbijo. —¿Todo el campamento…? —Todo. Revisamos los números de las parcelas y los corroboramos en el cuaderno de entrada. Nadie sobrevi