Justicia poética
Facundo Martín Desimone El anciano cruza la calle lentamente, con pasos cortos y pequeños, con la mirada fija en el pavimento, ayudándose con su bastón . Está encorvado y su cuerpo es recorrido por temblores constantes. El contenido del morral, gastado y viejo como él , le produce ardor en el vientre. Recuerda los amuletos de poder del antiguo Egipto, como el ojo de Horus o el Anj ( símbolo de la vida ), famosos por la creencia en su poder transformador de la realidad, según los mitos. Pone un pie en la vereda y un camión con el isologotipo de Ingenio Ledesma le pasa a unos centímetros de la otra zapatilla, a toda velocidad, antecedido por un ensordecedor bocinazo y seguido por los gritos de: “¡Viejo pelotudo!” y “¡Aprendé a cruzar, la concha de tu hermana!” del conductor. El anciano hace caso omiso de los insultos y avanza firme pero lento hacia el buzón escarlata. Tarda una eternidad en recorrer la distancia que lo separa del gran sapo de metal estilizado, pero es